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Contrato fijo discontinuo: ¿en qué consiste?

El contrato fijo discontinuo representa una modalidad laboral que, a pesar de no ser nueva, sigue generando dudas y preguntas tanto en empleados como en empleadores. Este tipo de contrato ofrece una estructura flexible, diseñada para adaptarse a trabajos con demanda de empleo no continua a lo largo del año. En sectores como el turismo, la hostelería o la agricultura, esta modalidad puede ser particularmente beneficiosa.

¿Qué es un contrato fijo discontinuo?

Un contrato fijo discontinuo es un acuerdo laboral específico que se ajusta a las necesidades de empresas con actividades que no requieren un trabajo continuo o regular durante todo el año.

Este tipo de contrato se diferencia principalmente porque:

  1. No se extingue tras la realización del trabajo para el que fue celebrado.
  2. Se mantiene latente hasta que la actividad se reanude en un ciclo futuro.

Así, el trabajador pasa a una situación de inactividad temporal sin que se termine la relación laboral. De este modo, se garantiza una cierta estabilidad y continuidad en el empleo.

Cabe destacar que esta modalidad es ideal para sectores donde la demanda de mano de obra fluctúa notablemente según la temporada. Es el caso de ocupaciones como guía turístico o un trabajador en una empresa agrícola. En estos casos, el contrato fijo discontinuo no solo permite a los empleadores ajustar su plantilla de manera eficiente sin realizar despidos, sino que también ofrece a los empleados la seguridad de saber que tendrán trabajo en las siguientes temporadas de alta demanda.

Características del contrato fijo discontinuo

El contrato fijo discontinuo se caracteriza por su flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades tanto de las empresas como de los trabajadores. No obstante, es esencial entender sus particularidades para garantizar que se aplica correctamente.

Una de las características más destacadas es la no continuidad en la prestación del trabajo. Es decir, los periodos de actividad se alternan con fases de inactividad preestablecidas o previsibles según la naturaleza del empleo.

Desde la perspectiva del empleado, este contrato ofrece ventajas como la continuidad en la relación laboral y derechos acumulativos, como la antigüedad, que no se pierden entre periodos de actividad.

Sin embargo, también puede presentar desventajas. Una de ellas es la incertidumbre sobre los periodos exactos de trabajo. Otra tiene que ver con la posible variabilidad en los ingresos, dependiendo de cuánto duren los ciclos de actividad.

Para los empleadores, el beneficio principal reside en la capacidad de contar con personal cualificado cuando se necesita, sin incurrir en costos laborales durante los periodos de baja demanda. No obstante, la gestión de estos contratos exige una planificación precisa y un entendimiento claro de las obligaciones legales. Esto incluye garantizar la reincorporación del trabajador y respetar los avisos de reactivación del contrato, según dicta la ley.

¿Quién puede optar a este tipo de contrato?

El contrato fijo discontinuo está pensado para adaptarse a sectores con necesidades laborales estacionales o cíclicas. ¿Qué implica esto? Básicamente, que no todos los trabajadores o industrias pueden beneficiarse de esta modalidad.

Por lo tanto, para optar a este tipo de contrato, es fundamental que la naturaleza del trabajo presente intermitencias claras y previsibles. Esto puede ocurrir, por ejemplo, en sectores como el turismo, la hostelería, la agricultura o la educación.

En el sector turístico, por ejemplo, los hoteles y agencias de viajes suelen requerir más personal durante la temporada alta de vacaciones. De manera similar, en la agricultura, las épocas de plantación y cosecha dictan la demanda de trabajadores.

Esta modalidad también es común en la educación, donde profesores o personal auxiliar pueden ser contratados para el año escolar y pausar su actividad durante los meses de verano.

Cómo se hace un contrato fijo discontinuo

Hacer un contrato fijo discontinuo correctamente es esencial para asegurar que tanto los derechos del trabajador como las obligaciones del empleador estén claramente establecidos y protegidos. Este proceso comienza con la negociación del contrato. En este primer momento,  se deben especificar los periodos de actividad y de inactividad, así como las condiciones de reactivación del empleo cuando sea necesario.

Después hay que redactar el contrato. Este debe incluir una descripción detallada del patrón de trabajo intermitente, incluyendo la duración esperada de los periodos de trabajo y los criterios para determinar cómo y cuándo se llamará al trabajador para reanudar sus funciones. Esto debe estar claramente comunicado y acordado para evitar conflictos futuros.

Una vez que el contrato está firmado, ambas partes deben cumplir con sus respectivas obligaciones.  Además, es importante que ambas partes entiendan los derechos laborales involucrados.

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