El de inteligencia emocional parece haberse convertido en el término de moda dentro y fuera del ámbito de las relaciones labores. Está cada vez más claro que este conjunto de habilidades son imprescindibles para el desarrollo personal y profesional. Asimismo, también pueden incidir en la prevención de riesgos laborales, tal y como vamos a ver a continuación.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Se define como un conjunto de habilidades que ayudan a las personas a conocerse mejor a sí mismas, a gestionar sus emociones y a desarrollar una comunicación eficiente. Esto permite una mejor adaptación a circunstancias que son cada vez más cambiantes.
Como cualquier otra habilidad o capacidad, este tipo de inteligencia se puede desarrollar. Esto requiere trabajar en cada uno de sus cinco pilares:
- Autoconciencia: es la habilidad para reconocer y comprender las propias emociones y cómo influyen en otros.
- Autorregulación: es la capacidad para poder manejar sentimientos adversos y adaptarse a los cambios.
- Motivación: cuanto mejor nos conocemos, más capaces somos de asumir compromisos con nosotros mismos.
- Empatía: si nos conocemos bien y nos autorregulamos, nos resulta más fácil entender las emociones de los demás.
- Habilidades sociales: todas estas capacidades y habilidades que hemos visto se ponen en práctica a través de la interacción con otros, es decir, mediante las habilidades sociales.
El papel de la inteligencia emocional en la prevención de riesgos laborales
Reducir el número de accidentes laborales requiere la implicación de las empresas y de los empleados, y resulta más sencillo conseguir este objetivo cuando se aborda el camino a recorrer desde una cultura preventiva en la organización.
La cultura preventiva implica aplicar criterios de prevención en todos los niveles de la empresa, generando un estilo de trabajo que sea seguro, consciente y dotado de las herramientas necesarias para crear un ambiente de trabajo que ponga especial énfasis en la prevención de riesgos.
Sabemos que para evitar accidentes no basta con que la empresa ponga los medios, los empleados deben estar concienciados de lo importante que son su salud y su seguridad y aplicar esos medios correctamente. Y esto solo es realmente posible si la entidad aplica una cultura de la prevención.
Es aquí donde entra en juego la inteligencia emocional, porque es precisamente esta la que permite tomar decisiones que vayan generando poco a poco esa necesaria cultura preventiva. Además, cuando llega el momento de actuar en situaciones de peligro, este conjunto de habilidades y capacidades nos permitirán estar más preparados para tomar decisiones y dar una respuesta segura ante el riesgo que se ha materializado.
De esta manera, cuando la empresa invierte en potenciar la inteligencia emocional de sus empleados, está potenciando a la vez el desarrollo de una cultura de la prevención. Porque el resultado serán trabajadores mucho más conscientes de los riesgos que existen en su entorno, más dispuestos a tomar medidas para prevenirlos, y mejor capacitados para actuar si el riesgo se convierte en una realidad.
Habilidades emocionales de los técnicos de seguridad y salud laboral
Además de las habilidades técnicas y la formación técnico-científica que es esencial para poder desarrollar el puesto de técnico de seguridad y salud laboral, estos profesionales deben desarrollar habilidades de carácter emocional. Abordar su trabajo desde una dimensión más empática les permitirá un mayor acercamiento a los empleados y que su mensaje cale más en la mente de estos.
¿Por qué los empleados no parecen preocupados por su seguridad? ¿Qué les lleva a no adoptar ciertas precauciones? ¿Están realmente preparados para gestionar a nivel emocional la materialización de un riesgo? Resolver estas preguntas ayudará a los técnicos a desarrollar su labor de una manera más efectiva.
Es decir, que la inteligencia emocional aplicada a la prevención de riesgos, debe partir de aquellos que establecen las medidas de protección, y luego extenderse al resto de la plantilla.
¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional?
Este es un proceso largo, pero paso a paso se consiguen grandes resultados. Algunas de las áreas en las que debe trabajar todo aquel que desee mejorar estas capacidades, son:
- Analizar las emociones que se esconden detrás de los actos realizados.
- Ampliar el vocabulario emocional: diferenciar conceptos como estar triste, apenado/a, melancólico/a, sentirse herido/a, etc.
- No dejarse engañar por las apariencias emocionales. A veces, pensamos que sentimos una emoción, pero debajo de ella hay otra que es la que realmente nos está haciendo sentirnos así.
- No juzgar la forma en que uno se siente. Asumir que no es malo estar triste o enfadado, por ejemplo.
- Aprender más sobre lenguaje corporal.
- Controlar los pensamientos para controlar el comportamiento derivado de los mismos.
Todo esto lleva a la persona a un mejor conocimiento de sí misma, que es el primer paso para seguir avanzando en la senda de la inteligencia emocional. ¿Quieres conocer de primera mano cómo influye esta en la prevención de riesgos en tu empresa? ¡Estamos aquí para ayudarte!